Nan Goldin en el MoMA: 50 años de fotografía íntima que cambió la forma de mirar
El MoMA de Nueva York presenta una gran retrospectiva dedicada a Nan Goldin, revisando más de cinco décadas de fotografía que redefinieron la relación entre cámara, intimidad y vida cotidiana. No es una muestra nostálgica ni una celebración cómoda: es una confrontación directa con una obra que nunca pidió permiso.
Goldin no fotografió escenas: fotografió relaciones. Amistades, amantes, noches largas, cuerpos vulnerables, exceso, pérdida y afecto real. Su trabajo borró la distancia entre autor y sujeto, situando la cámara dentro de la experiencia y no frente a ella.
Fotografía sin distancia
Desde The Ballad of Sexual Dependency hasta sus series más recientes, la obra de Goldin rechaza la neutralidad. No hay observación fría ni composición distante. La imagen ocurre desde dentro, con luz directa, encuadres imperfectos y una crudeza que sigue resultando incómoda incluso hoy.
Esta retrospectiva no ordena su trabajo para hacerlo digerible. Lo presenta como lo que es: un archivo vivo de vínculos humanos atravesados por deseo, adicción, enfermedad, celebración y duelo.
El MoMA revisita lo íntimo
Que el MoMA dedique una retrospectiva a Goldin es también un gesto institucional claro: reconocer que la fotografía documental y personal es parte central del arte contemporáneo, no un margen emocional del medio.
La muestra recorre cronológicamente su producción, permitiendo ver cómo el lenguaje visual de Goldin se mantiene coherente sin volverse repetitivo. Cambia el contexto, cambia el tiempo, pero la mirada permanece firme.
Una estética que sigue vigente
En un presente dominado por imágenes pulidas y controladas, la obra de Goldin sigue funcionando porque no busca corrección. Sus fotografías no suavizan el caos ni embellecen el conflicto. Registran lo que ocurre cuando la cámara se convierte en testigo y no en filtro.
Su influencia atraviesa generaciones de fotógrafos, artistas visuales y creadores que entienden la imagen como experiencia compartida, no como producto terminado.
Una retrospectiva necesaria
Esta exposición no es un cierre de carrera. Es una reafirmación de que la fotografía puede ser directa, personal y políticamente significativa sin perder potencia estética.
Goldin no documentó una época: la atravesó con la cámara en la mano.
Y cincuenta años después, esas imágenes siguen mirando de vuelta.
MoMA, Nueva York — 2025
Texto: Johan Falcón – MANGI Magazine

